y no son los anillos de Saturno,
ni lo es mi dedo haciendo círculos,
sino la vida sorda esperando su turno.
y callar a gritos, escuchando el principio,
de su final en llamas encendidos.
su alma encerrada,
en su ilusión de despertar mañana,
y ver en el Sol su cara enrojecida,
para pasar su mano en la niebla,
que recoge tu anhelo de ver la herida,
de una vez cerrada y tu mitad viva...
del sabio que escucha tu canción,
atento seguidor, del aliento de tu fe
en la orilla de la ciudad que [no] encontré.
para obviar lo que ayer sentí,
para oír, para entender el llanto
de un triste bebé, que calla cuando es feliz,
y llora cuando sufre por el ayer.
ser mentira, y tu verdad nunca vivida,
porque yo te construí un mundo,
donde el verde es negro, y el negro,
carbón de la nube muerta.
no por cerrarse se abren ventanas,
dándote oportunidades, sino insistiendo,
en el recuerdo de tu talento,
logras el objetivo primero,
y que no sé decirte cuál,
porque para mí aún es un misterio...
dicen que se llama adulterio.]