LII

Y risas al fondo se escuchan,
entre lamentos airosos,
cantan las palabras ahora,
que son tus ojos llorosos,
los que la rutina derrota y, ahora,
sólo en tu mente,
sólo en mi niebla,
buscando en la tormenta
más allá de tu cintura,
el verdadero fervor.

¿Soy yo? ¿Eres tú?

El que canta: "¡Todas a una!"

Y dicen que caminando ibas,
entre piedras y espigas,
levantando ampollas,
allá por donde pisas.

Español, españolito,
decía mi madre,
a dónde andas tan despacito.

Español, españolito,
no es oro lo que ves,
es tu Pueblo hundido,
y una España que susurra,
a la otra que grita:

"¡Por ella de pie se muere!"

Un Pueblo que llora,
uno que por antaño no fuere,
esperando recobro

de aquello que su alma olvida.

Y risas al fondo se escuchan,

entre lamentos airosos,
son tus lágrimas el manantial
de la vida que escucha,
de la Tierra que habla.

Ella te oye, y su sangre derrama.

Para ser su hijo, más que nacer

hay que luchar por y para Suya.

Español, españolito,
tú que antes lloras, después ríes.

Tú, español de tierras vascas,
de tierras catalanas.

Tú español de una España que grita

a la que otra susurra:

"¡Mentira absurda!"

¿Soy yo?¿Eres tú?

El que ayer cantaba,
en el balcón asomado,
con la silla rota,
en su mano, y el puño cerrado.

"¡Por ella de pie se muere"!

tierras llanas, otras tantas
de sierras nevadas,
otras morenas.

Islas del Mare Nostrum,
o del Charco Azul.

Tierras por las que gritaron,
cantaron y ahora,
unos que susurran,
mientras otros gritan:

"¡Una que desaparece,
otra que nace,
pero Esta, es la que bien late!"

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