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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huellas...

No trates de justificar tus actos, pues no son más que la huella de tu camino en esta vida. Dicen que quienes hullen, son cobardes. Dicen que quienes se plantan ante la adversidad y luchan por ella, son valientes. Pero no son más que huellas en nuestro camino.
Nacimos hace varios años (unos más que otros). Empezamos siendo seres flácidos, sin conciencia, y sin recuerdos. Veíamos el mundo como un lugar nuevo, innovador y curioso; ya habíamos dejado la oscuridad paro centrarnos en esto, en el Mundo.

Después de varios meses, dicen que aprendimos a caminar - si es que no lo sabíamos ya. Y ese acto de erguir nuestro cuerpo, es fuente de felicidad manifiesta en quienes nos crearon, que dicen ser nuestros padres, protectores de nuestra vida. Esa felicidad es una huella, un momento de recuerdos para la posteridad, porque es la señal de nuestra Evolución.

Sin embargo, en nuestra vida, todas las huellas que vamos dejando en este camino no son huellas tan sencillas o tan alegres como esperamos. Unas son huellas clavadas en nuestro interior que determinan nuestra psicología y nuestro enfoque. Hablamos de quienes en actos de rebeldía, por una causa u otra, ven en la desgracia ajena su propia felicidad, y aunque duela decirlo, su propia satisfacción. Estas huellas, que más que huellas son cicatrices abiertas, intentando supurar.

Ahora bien, en este mundo hay dos caras en la moneda. Huellas que rompen una vida y huellas que trastocan para bien o para mal nuestro camino distorsionándolo, o como viene siendo habitual, creándonos atajos. Atajos que tarde o temprano se romperán.
Esas huellas siempre serán recordadas por quienes quieran recordarlas o por quienes quieran olvidarlas y eso mismo les hace recordar y sufrir.
Sin embargo, debemos entener estas huellas como nuestro propio reflejo de la vida. Esas huellas somos nosotros, nuestra interacción con el terreno y los demás. Por ello, una vida significa más que nuestro nombre, edad y DNI. Una vida es la unión de la misma, es la interrelación entre muchos otros seres que, como nosotros, también aprendieron a caminar. Aunque a veces esa interrelación no sea beneficiosa, pero es así es la vida y esa será siempre su cruz. Porque la cara, la ponemos nosotros.

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