En el Gran Charco azul naciste,
de tierras doradas te vieron crecer,
y de las más extensas superficies fuiste.
A la ribera te ubicaste del borde africano,
conexión entre continentes te erigiste,
América, África y la Vieja te necesitaron.
Del mar surgiste, la Tierra te alimentó,
de piedras y rocas volcánicas surgió,
de costas blancas eres al sur,
de montes verdes al Norte,
y es este lugar de historias mi suerte.
Te sitúas más allá de las Columnas de Hércules,
y la tradición te llama una de las islas Afortunadas,
y tu grandeza no deja que lo disimules.
Ya de ti escribieron elogiando griegos como Plutarco,
y los pobladores aborígenes bereberes fueron,
y de la costa negra vino el desembarco.
Tenías un pueblo de ganaderos honrados,
trabajaban la piedra y las pieles,
eran de familia y su tierra enamorados.
Se dedicaron a vivir en paz,
a pintar sus vidas, a seguir siendo a su tierra fieles
y a ser guardianes de su lugar, de su vida.
Años más tarde fuiste robada de libertad,
de castellanos viles y rudos fuiste invadida,
mas en la época del Descubrimiento te rendiste,
mancillada quedaste y Europa te acogió.
Eras territorio de Castilla, eras enclave de comercio,
eras requerida por marineros queriendo descanso,
todo ello contigo trajo un gran beneficio.
Pero no todo fueron suertes venideras,
maldades asolaron, pero firme te mantuviste.
Los ingleses quisieron con ansias tu oro,
pero la expedición anglosajona sufrió,
se desmoronó en la costa, Inglaterra lloró.
Pieter van der Does, corsario holandés,
arrasó tu capital, de incendios la cubrió,
mas los corsarios sufrieron un gran revés,
marcharon de la isla y de cobardes fueron.
Así, la isla salvó, no queda mas que decir,
que después los hechos en difusa tranquilidad ocurrieron.
Esa concurre la pasada Historia que conocieron,
ahora, admirar queda sin más prisa,
que la que tenga el hombre en visitar
la gran suerte que tiene vivir aquí una vida.
Afortunada la llamaban antaño,
ahora, es especial por paisaje y la ven colorida,
admirada por su gente y por mí,
hombre que la ve día tras día, y la noche,
en la noche, las estrellas esta Historia esgrimí.
de tierras doradas te vieron crecer,
y de las más extensas superficies fuiste.
A la ribera te ubicaste del borde africano,
conexión entre continentes te erigiste,
América, África y la Vieja te necesitaron.
Del mar surgiste, la Tierra te alimentó,
de piedras y rocas volcánicas surgió,
de costas blancas eres al sur,
de montes verdes al Norte,
y es este lugar de historias mi suerte.
Te sitúas más allá de las Columnas de Hércules,
y la tradición te llama una de las islas Afortunadas,
y tu grandeza no deja que lo disimules.
Ya de ti escribieron elogiando griegos como Plutarco,
y los pobladores aborígenes bereberes fueron,
y de la costa negra vino el desembarco.
Tenías un pueblo de ganaderos honrados,
trabajaban la piedra y las pieles,
eran de familia y su tierra enamorados.
Se dedicaron a vivir en paz,
a pintar sus vidas, a seguir siendo a su tierra fieles
y a ser guardianes de su lugar, de su vida.
Años más tarde fuiste robada de libertad,
de castellanos viles y rudos fuiste invadida,
mas en la época del Descubrimiento te rendiste,
mancillada quedaste y Europa te acogió.
Eras territorio de Castilla, eras enclave de comercio,
eras requerida por marineros queriendo descanso,
todo ello contigo trajo un gran beneficio.
Pero no todo fueron suertes venideras,
maldades asolaron, pero firme te mantuviste.
Los ingleses quisieron con ansias tu oro,
pero la expedición anglosajona sufrió,
se desmoronó en la costa, Inglaterra lloró.
Pieter van der Does, corsario holandés,
arrasó tu capital, de incendios la cubrió,
mas los corsarios sufrieron un gran revés,
marcharon de la isla y de cobardes fueron.
Así, la isla salvó, no queda mas que decir,
que después los hechos en difusa tranquilidad ocurrieron.
Esa concurre la pasada Historia que conocieron,
ahora, admirar queda sin más prisa,
que la que tenga el hombre en visitar
la gran suerte que tiene vivir aquí una vida.
Afortunada la llamaban antaño,
ahora, es especial por paisaje y la ven colorida,
admirada por su gente y por mí,
hombre que la ve día tras día, y la noche,
en la noche, las estrellas esta Historia esgrimí.
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